La anciana voladora

Esto podría llamarse como esa serie «señoras que …», en este caso sería algo así como «señoras que vuelan y aterrizan sobre amables señoritas».

Sin mas vueltas, paso a relatar lo que me ocurrió hace unas semanas, una  mañana como otra cualquiera al salir de casa…

La mañana era lluviosa y, tras hacer unas gestiones, bajaba hacia el metro. El camino en cuestión pasa por una zona con escaleras, y, cuando llueve, el suelo puede ser un poco resbaladizo. La estampa era la siguiente: yo con mi paraguas en una mano, la mochila con el ordenador en la espalda y por delante, a unas 4-5 escaleras de distancia, una señora con paso algo inestable. De repente, al pisar la última escalera, noto como el tiempo se ralentiza… la señora resbala hacia atrás (fue como en los dibujos animados cuando el personaje tropieza con la monda de plátano) y, mientras imagino la soberana leche que se va a dar, sin saber porqué, cual heroína me lanzo al rescate… Lo siguiente que recuerdo es que estoy en el suelo, me he golpeado los riñones con el último escalón, siento el culo mojado (como no, tenía que haber un charco…) y tengo una señora encima…

Tras varios intentos consigo liberarme y, tras asegurarme de que la señora está bien, la levanto del suelo (no sin complicaciones). Salvo el susto, la señora se encuentra perfectamente, no tiene ni un rasguño. Tras agradecérmelo de diversas formas e intentar compensarme con «5 euros pa que te tomes un café o algo» consigo escapar y decido volver a casa a cambiarme de ropa.

Me marcho contenta por mi buena labor, con la sensación de haber contribuido de alguna forma a evitar la crisis del sector sanitario al haber ahorrado a la seguridad social una operación de cadera, con mi dolor de riñones, mi culo mojado y un extraño dolor en el dedo… vaya, está hinchado y no lo puedo doblar…

Llego a casa, me limpio las heridas, me cambio de ropa… este dedo tiene mala pinta… decido ir a urgencias por si acaso.

En el hospital, intento explicar lo que me ha pasado suavizando un poco la cosa para no parecer demasiado ridícula. Me toca el «medico simpático» que tras contener la risa, me inmoviliza el dedo y como despedida me dice: «Y recuerda, la próxima vez que veas a una señora mayor volando, déjala que vuele. Respeta las leyes de la naturaleza».

Con casi una hora de retraso me dirijo a la oficina, buscando el lado bueno pienso que, al menos tendré asiento libre en el metro porque me he ahorrado la hora punta… no contaba con que, me duele tanto el culo que casi prefiero ir de pie.

Llego a la oficina, por fin mi «mala» suerte había terminado… me quito el abrigo, me siento, saco el ordenador… vaya, al parecer no fui yo sola la que recibió el golpe… ¿por que no aceptaría los 5 euros?…

Después de esta experiencia he sacado varias conclusiones:

– Ahora entiendo a esa gente que dice «no sé como, lo hice sin pensar»… está claro, si lo llego a pensar no me meto debajo.

– Eso de las películas de que la vida pasa  a cámara lenta es real.

– Ya he cubierto mi cupo de buenas acciones, no contéis más conmigo.

– A partir de ahora, si veo a alguien caer, esperaré  a recogerla desde el suelo, que tampoco se me da mal.

 

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