En el metro

8.15 de la mañana, primer vagón del metro, entro bostezando y, casi corriendo, busco asiento.  Al poco rato me parece notar que alguien en la distancia me mira, y digo me parece porque como no llevo las gafas podría estar mirando a cualquier otro lugar… Nuestras miradas se cruzan, bajo la mirada, disimulo… parece que se acerca…

– Hola, ¡cuanto tiempo!

– Si… (toda la vida, creo)

– ¿Que tal todo?

– ¿?¿?, bien…

– Sabes quien soy, ¿no?

– … no … (¿porque no llevaré las gafas puestas?)

– Jaja, que graciosa, me sigues tomando el pelo, ¡como siempre!.

– Jaja, ¿si?.

– Bueno, te dejo que me bajo en esta, que he quedado con Javi que le toca a él llevar el coche.

– Muy bien.

– Oye a ver si quedamos a tomar un café y nos ponemos al día y ¡dale un abrazo a Fran!

– Vale, de tu parte…

En fin, he visto historias como esta muchas veces en el cine, incluso he odio canciones que relatan echos similares, pero es la primera vez que me pasa algo parecido.

Si el anónimo personaje, por algun casual lee esto, decirle que ya lo siento, pero que creo que te equivocabas de persona…

Casi me olvido, ¡un abrazo a Fran! seas quien seas…

 

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