La gran barrera de arrecife de coral

Voy a saltarme la crónica anterior que esta tiene mas miga, y la dejo para cuando tengamos mas tiempo de Internet. Por cierto, a partir de aquí como las películas, estas lineas pueden contener detalles poco agradables, abstenerse sensibles y siempre bajo la responsabilidad de cada uno.

Comenzare diciendo algo obvio para los que me conocéis: me mareo. Me mareo en coche, en bus, en avión, en tren e incluso en metro asique cuando planeábamos esto, solo con pensarlo ya me ponía mala, pero es uno de esos casos de «ya que estoy aquí» que no se pueden saltar.

Teníamos 2 opciones de viaje desde 2 pueblos distintos, uno de ellos, Cairns, con el arrecife a poco mas de 30 minutos, el otro, Port Douglas, con el arrecife a 1 hora 30 minutos… ¿cual elegimos? la segunda opción. Llamadme masoquista, sí, pero se supone que las vistas no tenían comparación.

Embarcamos a eso de las 8.30 después de algo mas de una hora en bus por una carretera con bastantes curvas con lo que ya llegaba algo «rara». Antes de embarcar, el chico que nos recibía, lo primero que hizo fue preguntar si nos mareábamos porque se predecía «un poco de oleaje», -seguro le dije, -¿tenéis medicación? – no, ¿donde podemos comprar? -en el bar, buen viaje…

Fuimos allí directamente, pedí las pastillas para el mareo, había de 2 tipos, unas naturales y otras mas fuertes. Al elegir estas, la chica me pregunto si teníamos algunos problemas de salud o enfermedades, no le hice ni caso, yo quería tomarme cuanto antes la pastilla y, total, tampoco es que entienda las enfermedades en ingles…

Comenzamos la travesía, pasada poco mas de media hora, cuando la gente aun estaba sentándose y los niños aun reían yo ya estaba vomitando… la primera de las veces… Bajé abajo al aire libre que se supone que te mareas menos… no funcionó, yo seguí echando todo lo que había dentro de mi estomago… Al rato paramos en el primer arrecife, pararíamos en 3 a lo largo del día. Nos pusimos los trajes de bucear, las aletas, las gafas y el tubo … pero antes de la inmersión realice otra pequeña parada, mi amiga la bolsa blanca me esperaba 🙂

Pero no todo es malo, cuando te sumerges allí parece que estas en otro mundo, es como si de repente te metieras en un acuario, un montón de peces de todos los colores y tamaños por todas partes, plantas y rocas de todos los colores, realmente impresionante. Ademas yo me había imaginado que las cosas se verían bien pero no tanto, la vista era perfecta, el agua templadita… !y calmada!.

Así seguimos la mañana, una segunda inmersión, yo con la bolsita cada poco, y de nuevo al agua. La tercera inmersión que os la cuente Ruth porque yo no fui capaz de meterme, ya no podía ni ponerme recta asique me quede en posición fetal en uno de los asientos (tranquilos, hay foto). Entre medias, también nos dieron de comer, yo comí una pastillita con un poco de agua, Ruth se puso fina a langostinos.

La vuelta, pese al mar mas revuelta la hice mejor, medio dormida asique casi ni me enteré.

Una vez mas las conclusiones:

• Por lo que me decía la gente, creo que mi piel puede ser aun mas blanca de lo habitual.
• Las pastillas para el mareo no sirven de nada.
• Con mar en calma, seguro que es una experiencia mucho mejor.
• Hay que quedarse con lo positivo, y creo que perdí 3 kilos de golpe, ya quisiera el Dukan ese.
• ¡Encontre a Nemo!

Besos!